1 de jun. de 2010

Carl O. Sauer: La morfología del paisaje (parte 1)

Carl O. Sauer, geógrafo estadunidense, nasceu em 1889 e faleceu em 1975. O texto que apresentamos abaixo é, sem dúvida, uma das primeiras obras teóricas desse importante geógrafo, publicado originalmente em 1925. Nele, estão os principais aspectos que fundamentaram a Geografia Cultural norte-americana da escola de Berkeley. São alguns deles: 1) a  relação do homem com a paisagem e 2) a análise dessa relação partindo da comparação com outras paisagens. O estudo da paisagem foi, em grande medida, o exercício de superar as dicotomias comuns à Geografia (física x humana e geral x regional) bem como uma busca por definir um método objetivo próprio à ciência geográfica. Sauer foi fortemente influenciado pela Geografia alemã através das obras de obras de Schlüter e Passarge.
_____________________________
La morfología del paisaje
Introducción
Aún son frecuentes diversas opiniones con respecto a la naturaleza de la geografía. Como en el caso de la historia, la etiqueta –geografía– no resulta confiable como indicador de la materia contenida. Mientras los geógrafos persistan en su desacuerdo acerca de su tema, será necesario, a través de reiterados esfuerzos de definición, buscar un terreno común sobre el que resulte posible establecer una posición general. En este país ha sido planteada una serie bastante coherente de puntos de vista, en especial a través de los discursos inaugurales de los presidentes de la Asociación Norteamericana de Geógrafos, los cuales pueden ser aceptados como espejo y molde de la opinión geográfica en los Estados Unidos de América. Son lo bastante claros y bien conocidos como para que no sea necesario replantearlos.1  En la geografía europea parece estarse desarrollando una orientación de algún modo diferente. Una singular actividad está siendo desplegada en diversos terrenos, influenciada probablemente en alguna medida por corrientes anti–intelectuales. En todo caso, está en curso una reevaluación de cierto vigor. Por tanto, puede ser apropiado reexaminar el campo de la geografía, prestando especial atención a los actuales puntos de vista en el exterior, con el propósito de intentar una hipótesis de trabajo que pueda servir para iluminar en alguna medida tanto la naturaleza del objetivo como el problema del método sistemático.

El campo de la geografía
La visión fenomenológica de la ciencia. Toda ciencia puede ser vista como una fenomenología,2  siendo utilizado el término ciencia en el sentido de proceso organizado de adquisición de conocimiento, antes que en el sentido común restrictivo de cuerpo unificado de leyes físicas. Todo campo de conocimiento se caracteriza por su preocupación expresa por un determinado grupo de fenómenos, que se propone identificar y ordenar de acuerdo a sus relaciones. Estos hechos son organizados mediante el incremento del conocimiento acerca de su conexión; la atención a su conexión denota un acercamiento científico. “Un hecho es determinado en primer término cuando es reconocido en sus límites y cualidades, y es entendido cuando es visto en sus relaciones. De esto surge la necesidad de modalidades predeterminadas de indagación y de la creación de un sistema que aclare la relación de los fenómenos... Toda ciencia individual es ingenua en tanto que disciplina particular, en tanto acepte el segmento de la realidad que constituye su campo tel quel y no cuestione su ubicación en el cuadro general de la naturaleza; dentro de estos límites, sin embargo, dicha ciencia procede críticamente, puesto que se propone determinar la conexión de los fenómenos y su orden.”3  De acuerdo a esta definición de los terrenos de conocimiento, la primera preocupación tiene que ver con los fenómenos que constituyen el “segmento de la realidad” que se ve ocupada por la geografía, y la segunda, con el método para determinar su conexión.
La geografía como “un segmento ingenuamente asignado de la realidad”. Es tal el desacuerdo respecto al contenido de la geografía que tres campos de indagación diferentes son designados como geografía: (1) El estudio de la tierra como medio de procesos físicos, o la parte geofísica de la ciencia cosmológica; (2) el estudio de las formas de vida como sujetos de su ambiente físico, o una parte de la biofísica, que se ocupa de los tropismos; y (3) el estudio de la diferenciación de la tierra en áreas o hábitats, o corología. En estos tres campos existe un acuerdo parcial de los fenómenos, pero escasa relación. Uno podría optar entre los tres; difícilmente podrían ser consolidados en una sola disciplina.
Los grandes campos de conocimiento existen porque son reconocidos universalmente en su preocupación con una gran categoría de fenómenos. La experiencia del género humano, y no la indagación del especialista, ha dado lugar a las divisiones primarias del conocimiento. La botánica es el estudio de las plantas y la geología el de las rocas, porque estas categorías de hecho son evidentes a toda inteligencia que se ha ocupado de la observación de la naturaleza. En el mismo sentido, el área o paisaje es el campo de la geografía, porque es una sección importante de la realidad, ingenuamente asumida, y no una tesis sofisticada. La geografía asume la responsabilidad del estudio de las áreas porque existe una curiosidad general sobre ese tema. El hecho de que cada niño de escuela sepa que la geografía proporciona información sobre diferentes países basta para establecer la validez de tal definición.
Ningún otro tema se ha apropiada de antemano del área como objeto de estudio. Otros, como los historiadores y los geólogos, podrían ocuparse de fenómenos de área, pero en ese caso están utilizando de manera declarada hechos geográficos para sus propios fines. Por tanto, si uno fuera a establecer una disciplina diferente bajo el nombre de geografía, el interés en el estudio de las áreas no se vería destruido. El tema existía desde mucho antes de que se acuñara el nombre. La literatura geográfica, en el sentido de la corología, se inicia con partes de las primeras sagas y mitos, vívidos como son en lo que hace al sentido de lugar y al enfrentamiento del hombre con la naturaleza. La expresión más precisa del conocimiento geográfico se encuentra en el mapa, un símbolo inmemorial. Los griegos escribieron recuentos geográficos bajo designaciones tales como periplo, períodos y periégesis mucho antes de que el nombre geografía fuera utilizado. Y aun el nombre actual tiene más de dos mil años de edad. Los tratados geográficos figuraron en gran cantidad entre los primeros libros impresos. Las exploraciones han sido los dramáticos reconocimientos de la geografía. Las grandes sociedades geográficas han otorgado con toda justicia un lugar de honor a los exploradores. “Hic et ubique” es la divisa bajo la que siempre se ha erguido la geografía. La universalidad y persistencia del interés corológico y la prioridad del reclamo que la geografía tiene sobre este campo constituyen evidencias sobre las que podría apoyarse el caso de la definición popular.
Podríamos, por tanto, darnos por satisfechos con la simple connotación de la palabra griega que el tema utiliza por nombre, y que significa en rigor conocimiento del área. Los alemanes lo han traducido como Landschaftskunde o Länderkunde, el conocimiento del paisaje o de las tierras. El otro término, Erdkunde, la ciencia de la tierra en general, está cayendo en desuso con rapidez. El pensamiento de una ciencia general de la tierra es imposible de realizar; la geografía solo puede ser una ciencia independiente como corología, esto es, como el conocimiento de la variante expresión de las diferentes partes de la superficie de la tierra. Se trata, en primer lugar, del estudio de tierras; la geografía general no es ciencia general de la tierra, más bien presupone las propiedades y procesos generales de la tierra, o los acepta de otras ciencias; por su propia parte, está orientada hacia la variante expresión de las áreas.4  Con esta preferencia por el conocimiento sintético del área sobre la ciencia general de la tierra está en acuerdo toda la tradición de la geografía.
La interdependencia de los fenómenos de área. Es probable que ni siquiera los adherentes a otras escuelas de geografía, más recientes, negarían un lugar a tal enfoque del tema, aunque ellos consideren a este cuerpo de hechos ingenuamente dado como inadecuado para establecer una ciencia, o en el mejor de los casos lo considerarían una disciplina auxiliar que compila evidencia fragmentaria, para encontrar finalmente su lugar en un sistema general biofísico o geofísico. El argumento, por tanto, es desplazado desde el contenido de los fenómenos hacia la naturaleza de la conexión entre los fenómenos. Afirmamos el lugar de una ciencia que encuentra su campo entero en el paisaje, sobre la base de la realidad significante de relación corológica. Los fenómenos que constituyen no son simplemente clasificados, sino que están asociados, o son interdependientes. Descubrir esta “conexión de los fenómenos y su orden” areal es una tarea científica, la única a la cual –de acuerdo a nuestra posición– debería dedicar sus energías la geografía. La posición cae únicamente si la carencia de realidad del área es mostrada. La competencia para llegar a conclusiones ordenadas no se ve afectada en este caso por la cuestión de la coherencia o incoherencia de los datos, puesto que su asociación característica, tal como la encontramos en el área, es una expresión de coherencia. El elemento temporal está sin duda presente en la asociación de hechos geográficos, que por tanto en gran medida no son recurrentes. Esto, sin embargo, los ubica más allá del alcance de la ciencia apenas en un sentido muy estrecho, pues el tiempo tiene un lugar bien reconocido como factor en muchos campos científicos, en los que el tiempo no es simplemente un término que designa alguna relación causal identificable.
El desarrollo histórico de la relación corológica en un sistema científico. La vieja geografía se preocupaba muy poco por la crítica. Era descriptiva de una manera casual, aun trivial, antes que crítica. Aun así, aunque resulta ocioso buscar en la mayor parte de esta literatura “un sistema que aclara las relaciones de los fenómenos”, no podemos descartarlo todo como si fuera accidental o casual en su contenido. En alguna medida, la noción de interdependencia areal de los fenómenos como fuente de la realidad del estaba presente, como lo sabe cualquier lector de Heródoto o Polibio. La historia de los griegos, con su confuso sentimiento hacia las relaciones en el tiempo, tenía una apreciación de algún modo superior de las relaciones  areales  y representaba un comienzo nada desdeñable en geografía.5  Por mucho que haya podido estar bordada por notas geofísicas, geodésicas y geológicas, la geografía clásica en general, y no la cosmología interpretada subsecuentemente como geografía por algunos, ofreció un énfasis primario a la descripción areal con frecuentes observaciones sobre la interrelación de hechos areales. La escuela culminante, de la que fue jefe Estrabón, no fue de ningún modo ingenua del todo, y rechazó con vigor cualquier definición de geografía distinta a la corología, con expresa exclusión de la filosofía cosmológica.Durante el período de grandes descubrimientos, alcanzó su mayor desarrollo una geografía bona fide, pero acrítica, a través de numerosas relaciones de viajes y especialmente en las cosmografías de la época. Un cuerpo cada vez mayor de hechos acerca de países estaba siendo presentado en aquel tiempo al mundo Occidental, que se interesó en aquel horizonte en rápida expansión. Con tal diluvio de hechos recientemente conocidos acerca de partes del mundo, hubo numerosos intentos de ordenamiento sistemático, con frecuencia grotescos antes que exitosos. No es sorprendente que los sistemas dinámicos de geografía hayan debido emerger únicamente cuando pareció agotarse el furor de las exploraciones. Aun así, es quizás más difícil para nosotros someter a juicio el pensamiento de este período que al de la Antigüedad. Yule nos ha ayudado a apreciar mejor la agudeza geográfica de algunos de los hombres de este período.
De entre los cosmógrafos, al menos a Varenio se le ha concedido un rango más elevado que el de mero compilador. Sin duda, en esta época tuvo lugar un gran paso adelante en materia de síntesis, a través del desarrollo de la cartografía como una disciplina realmente corológica. Tan solo mediante una gran cantidad de actividades de clasificación y generalización fue posible consolidar la masa dispersa y voluminosa de datos producidos por la exploración en los mapas geográficamente adecuados que caracterizaron la parte final del período. Hasta el presente, muchos de los mapas de los siglos XVII y XVIII resultan  monumentales en algunos respectos. Por mucho que sea lo que haya podido agregarse desde entonces en cuanto a precisión de las medidas, en muchos sentidos hemos retenido el contenido corológico tal como fue formulado en los mapas de este período que inicia la ‘Era de las Indagaciones’.6  “Todo mapa que reproduce la forma de la superficie de la tierra constituye un tipo de representación morfológica.”7  No sólo en lo relativo a la morfología física, sino además en cuanto a la expresión cultural del paisaje, estos mapas representaron una serie muy exitosa de soluciones que aún son utilizadas. Sin tal síntesis preliminar de los hechos de la geografía, el trabajo del período siguiente hubiera resultado imposible.
En el siglo XIX, el enfrentamiento entre las visiones corológica y cosmológica se tornó agudo y la situación de la geografía estuvo muy en duda. El racionalismo y el positivismo dominaban el trabajo de los geógrafos. El entorno se convirtió en la doctrina dominante a lo largo del siglo. La ley divina fue transpuesta en ley natural, y Montesquieu y Bucle fueron profetas de la mayor importancia para la geografía. Puesto que la ley natural era omnipotente, el lento manejo de los fenómenos de área se tornó en una tarea  demasiado tediosa para los ávidos adherentes a la fe de la causación. El complejo areal fue simplificado mediante la selección de ciertas cualidades, tales como el clima, el relieve y el drenaje, y del examen de las mismas como causa o efecto. Vistas como productos finales, cada una de estas clases de hechos podía ser referida de nuevo, con facilidad, a las leyes de la física. Vistas como agentes, las propiedades físicas de la Tierra, como el clima en el caso particular de Montesquieu, se tornaron en principios adecuados para explicar la naturaleza y la distribución de la vida orgánica.
La compleja realidad de la asociación areal fue sacrificada en ambos casos ante un dogma riguroso de cosmología materialista, de manera especialmente notable en la fisiografía y la antropogeografía norteamericanas. Hace unos veinte años, el más distinguido de los geógrafos norteamericanos adoptó la posición de que “ni los elementos inorgánicos ni los orgánicos que entran en relaciones geográficas son por sí mismos de una calidad completamente geográfica; ganan esa calidad únicamente cuando dos o más de ellos se vinculan en una relación de causa y efecto, siendo al menos uno de los elementos de la cadena de causación orgánico, y otro inorgánico... Cualquier planteamiento es de calidad geográfica si contiene si contiene una razonable relación entre algún elemento inorgánico de la Tierra, actuando como control, y algún elemento de la existencia orgánica... sirviendo como respuesta”. En efecto, en esta relación causal, dijo, se encuentra “el más definido, sino el único principio unificador que yo puedo encontrar en la geografía”. “Causa” era una palabra fiable y de indudable atractivo, y la geografía causal tuvo su época. El Zeitgeist era con toda evidencia desfavorable para aquellos geógrafos que pensaban que no había razón para sujetar el tema a una fórmula determinista rígida.
Más recientemente, Vidal de la Blache, en Francia; Hettner, Passarge y Krebs en Alemania, entre otros, han estado reafirmando más y más la tradición clásica de la geografía como relación corológica. Podría decirse que, tras un período en el que estuvieron en boga ciertas disciplinas en especial, esencialmente físicas, estamos en proceso de retronar a nuestra tarea permanente, y que a este reajuste se debe la actual actividad de indagación en tanto que contenido de nuestro campo.Sumario del objetivo de la geografía. La tarea de la geografía se concibe como la de establecer un sistema crítico que abarque la fenomenología del paisaje, con el propósito de aprehender en todo sus significados y color la variedad de la escena terrestre. De manera indirecta, Vidal de la Blache ha planteado esta posición al precaver contra la consideración de “la tierra como ‘el escenario en el que se despliega a sí misma la actividad del hombre, sin reflejar que este escenario está vivo en sí mismo’ ”.8  El escenario incluye los trabajos del hombre como una expresión integral de la escena. Esta posición se deriva de Heródoto, más que de Thales. La moderna geografía es la expresión moderna de la geografía más antigua.
Los objetos que existen juntos en el paisaje existen en interrelación. Afirmamos que ellos constituyen una realidad de conjunto que no es expresada por una consideración de sus partes constitutivas por separado; que el área posee forma, estructura y función, y por tanto posición en un sistema, y que está sujeta a desarrollo, cambio y culminación. Al margen de esta visión de la realidad y la relación areales, existen únicamente disciplinas especiales, no la geografía como generalmente se la entiende. La situación es análoga a la de la historia, que puede ser dividida entre economía, gobierno, sociología y demás; pero cuando se hace esto, el resultado no es historia.

El contenido del paisaje
Definición de paisaje.  El término ‘paisaje’ es propuesto para designar el concepto unitario de la geografía, para caracterizar la asociación de hechos peculiarmente geográfica. Términos equivalentes, en cierto sentido, son los de ‘área’ y ‘región’. Área es, por supuesto, un término general, no distintivamente geográfico. Región ha venido a implicar, para algunos geógrafos al menos, un orden de magnitud. Landscape [paisaje, gch] es el equivalente en inglés del término que los geógrafos alemanes están utilizando de manera amplia y estricta con el mismo significado, una land shape [una forma del suelo, gch], cuyo proceso de conformación no es de ninguna manera pensado como simplemente físico. Podría ser definido, por tanto, como un área compuesta por una asociación distintiva de formas, tanto físicas como culturales.9 Los hechos de la geografía son hechos de lugar; su asociación otorga relieve al concepto de paisaje. De manera similar, los hecho de la historia son hechos de tiempo; su asociación otorga relieve al concepto de período. Por definición, el paisaje posee una identidad que está sustentada en una constitución reconocible, límites, y una relación con otros paisajes, para constituir un sistema general. Su estructura y función están determinadas por formas integrantes, dependientes. Por tanto, se considera al paisaje, en cierto sentido, como poseedor de una cualidad orgánica. Podríamos seguir a Bluntschli diciendo que uno no ha entendido a cabalidad la naturaleza de un área hasta tanto haya “aprendido a verla como una unidad orgánica, a comprender a la vida y a la tierra cada una en los términos de la otra”.10  Ha parecido deseable introducir este punto antes de su elaboración porque es muy diferente al concepto unitario de proceso físico, propio del fisiógrafo, o al de influencia ambiental del antropogeógrafo de la escuela de Ratzel. La mecánica de la erosión glacial, la correlación climática de energía, y el contenido de la forma de un hábitat areal son tres cosas diferentes.
El paisaje tiene significado genérico. En el sentido utilizado aquí, el paisaje no es simplemente un escenario actual contemplado por un observador.. El paisaje geográfico es una generalización derivada de la observación de escenarios individuales. La observación de Croce de que “el geógrafo que está describiendo un paisaje tiene la misma tarea que el pintor de paisajes”11  tiene por tanto una validez limitada. El geógrafo podría describir el paisaje individual como un tipo o posiblemente como una variante de un tipo, pero siempre tiene en mente lo genérico, y procede por comparación.
Una presentación ordenada de los paisajes de la Tierra es una empresa formidable. Comenzando con la infinita diversidad, se seleccionan rasgos sobresalientes y relacionados con el propósito de establecer el carácter del paisaje y situarlo en un sistema. Sin embargo, la calidad genérica no existe en el mismo sentido que en el mundo biológico. Cada paisaje tiene tanto individualidad como relación con otros paisajes, y lo mismo es cierto para las formas que lo integran. Ningún valle es realmente semejante a cualquier otro valle; ninguna ciudad la réplica exacta de alguna otra ciudad. En la medida en que estas cualidades permanezcan completamente aisladas entre sí, están más allá del alcance del tratamiento sistemático, más allá del conocimiento organizado que llamamos ciencia. “Ninguna ciencia puede sostenerse al nivel de la mera percepción... Las así llamadas ciencias descriptivas naturales, zoología y botánica, no se limitan a contemplar lo singular, sino que se elevan hasta los conceptos de especie, género, familia, clase, tipo”.12  “No existe ciencia ideográfica, esto es, una que describa al individuo simplemente como tal. La geografía fue antes ideográfica; desde hace mucho ha intentado ser nomotética, y ningún geógrafo la plantearía a sus nivel anterior”.13  Cualquiera sea la opinión que se tenga sobre la ley natural, o relación nomotética, genética o causal, una definición del paisaje como singular, carente de organización o carente de relaciones, carece de valor científico.
Elemento de juicio personal en la selección de contenido. Es cierto que en la selección de las características genéricas del paisaje el geógrafo se guía únicamente por su propio juicio al considerarlas como tales características, esto es, como reiteradas; que las mismas son organizadas en un patrón, o tienen cualidad estructural, y que el paisaje pertenece de manera adecuada a un grupo específico en la serie general de paisajes. Croce objeta una ciencia de la historia sobre la base de que la historia carece de criterios lógicos: “El criterio es la opción misma, condicionada, como todo arte económico, por el conocimiento de la situación existente. Esta selección es ciertamente conducida con inteligencia, pero no mediante la aplicación de un criterio filosófico, y está justificada únicamente en y por sí misma. Por esta razón hablamos de la finura del tacto, del olfato o instinto del hombre ilustrado”.14  Una objeción similar es planteada a veces contra la competencia científica de la geografía, debido a que es incapaz de establecer un control lógico completo, rígido, y depende por fuerza de la opción del estudioso. De hecho, el geógrafo ejerce continuamente libertad de opción respecto a los materiales que incluye en sus observaciones, pero al mismo tiempo, también, establece continuamente inferencias en lo que hace a sus relaciones. Su método, imperfecto como puede ser, está basado en la inducción; se ocupa de secuencias, si bien puede no verlas como una simple relación causal.Si consideramos un tipo dado de paisaje, por ejemplo un páramo del Norte de Europa, podemos realizar anotaciones como las siguientes:
El cielo es opaco, de ordinario cubierto parcialmente de nubes, el horizonte es indistinto y rara vez se extiende a más de media docena de millas, aun visto desde una altura. La tierra alta es suave e irregularmente ondulada, y desciende hacia cuencas anchas y planas. No hay laderas largas ni patrones simétricos de formas superficiales. Los cursos de agua son cortos, con agua clara achocolatada, y perennes. Los arroyos terminan en pantanos irregulares, con bordes indiferenciados. Hierbas ásperas y juncales forman franjas a lo largo de los márgenes de los cuerpos de agua. La tierra alta está cubierta de matorrales, pastos y helechos. Abundan los brotes de junípero, sobre todo en las laderas más empinadas y secas. Caminos de carretas se extienden a lo largo de las colinas más alargadas, exponiendo arena suelta en las zanjas creadas por las ruedas, y aquí y allá asoma una base oxidada, compacta, bajo la arena. Pequeños rebaños de ovejas están ampliamente dispersos sobre la tierra. Es notable la casi total ausencia de los trabajos del hombre. No hay campos ni otros terrenos cercados. Los únicos edificios son corrales para ovejas, situados por lo general a una distancia de varias millas entre sí, en intersecciones convenientes de caminos de carretas.
El recuento no es el de una escena individual, sino el agregado de características generales. Las referencias a otros tipos de paisaje son introducidas por implicación. También se señalan la relaciones de forma de los elementos dentro del paisaje. Los elementos seleccionados se basan en “conocimiento de la situación existente” y hay un intento de sintetizar los elementos de forma. Su significado es asunto del juicio personal. Estándares objetivos podrían sustituir a esos elementos únicamente de manera parcial, como ocurre con la representación cuantitativa en forma de un mapa. Aun así, el elemento personal es sometido únicamente un control parcial, puesto que sigue operando en la selección de las cualidades a ser representadas. Todo lo que cabe esperar es la reducción del elemento personal mediante el acuerdo en un “modo predeterminado de indagación”, que será lógico.
La extensión de los rasgos areales. El contenido del paisaje es algo menos que la totalidad de sus constituyentes visibles. La identidad del paisaje es determinada ante todo por el carácter conspicuo de la forma, como se implica en el siguiente planteamiento: “Una correcta representación de la forma de la superficie, del suelo, y de las masas superficiales conspicuas de rocas, de cobertura vegetal, de cuerpos de agua, de las costas y del mar, de la vida animal arealmente conspicua y de la expresión de la cultura humana es el objetivo de la indagación geográfica”.15  Los elementos especificados son escogidos en virtud de que la experiencia del autor ha demostrado su significado en tanto masa y relación. La posición corológica necesariamente reconoce la importancia de la extensividad areal de los fenómenos, siendo esta cualidad inherente a la posición. Aquí subyace un importante contraste entre la geografía y fisiografía. El carácter del paisaje de páramo antes descrito esta determinado de manera primaria por el predominio de la arena, el pantano y los arbustos. El hecho geográfico más importante en relación a Noruega, además de su localización, es probablemente que cuatro quintos de su territorio son tierras altas desnudas, que no sostienen ni bosques ni rebaños, una condición significante de manera directa debido a su extensión.

El valor del hábitat como una base para la determinación de contenido. El juicio personal sobre el contenido del paisaje está aún más determinado por el interés. La geografía es distintivamente antropocéntrica, en el sentido del valor o el uso de la tierra para el hombre. Estamos interesados en aquella parte de la escena areal que nos concierne en tanto que seres humanos porque somos parte de ella, vivimos con ella, estamos limitados por ella, y la modificamos. De este modo, seleccionamos aquellas cualidades del paisaje en particular que son o podrían ser de utilidad para nosotros. Descartamos aquellos rasgos del área que podrían ser significantes para el geólogo con relación a la historia de la tierra pero que no son de interés en la relación del hombre con su área. Las cualidades físicas del paisaje, por tanto, son aquellas que tienen valor de hábitat, actual o potencial.
El paisaje natural y el cultural. “La geografía humana no se opone en sí misma a una geografía de la que excluido el elemento humano; tal cosa no ha existido sino en las mentes de unos pocos especialistas exclusivos.”16  Considerar al paisaje como si estuviera vacío de vida es una abstracción forzada, un tour de force de toda buena tradición geográfica. Puesto que estamos primordialmente interesados en “culturas que crecen con vigor original a partir del regazo de un paisaje natural maternal, al cual cada una está vinculada en todo el curso de su existencia,”17  la geografía está basada en la realidad de la unión de los elementos físicos y culturales del paisaje. El contenido del paisaje se encuentra por tanto en las cualidades físicas del área que son significantes para el hombre y en las formas de su uso del área, en hechos de sustento físico y hechos de cultura humana. Una valiosa discusión de este principio es ofrecida por Krebs bajo el título “Natur - und Kulturlandschaft”.18
Para la primera mitad del contenido del paisaje podríamos utilizar la designación de ‘sitio’, que ha quedado bien establecida en la ecología de las plantas. Un sitio forestal no es simplemente un lugar donde crece un bosque; en su plena connotación, el nombre es una expresión cualitativa de lugar en términos de crecimiento forestal, usualmente para la asociación forestal particular que ocupa el sitio. En este sentido, el área física es la suma de todos los recursos naturales que el hombre tiene a su disposición en esa área. Está más allá de su poder agregar otros; puede ‘desarrollarlos’, ignorarlos en parte, o sustraer una parte de ellos mediante su explotación.
La segunda mitad del paisaje visto como una unidad bilateral es su expresión cultural. Existe una manera estrictamente geográfica de pensar la cultura; específicamente, como la impresión de los trabajos del hombre sobre el área. Podemos pensar en la gente en tanto que asociada en y con un área, como podemos pensar en ellos como grupos asociados en su descendencia o su tradición. En el primer caso estamos pensando en la cultura como expresión geográfica, compuesta de formas que constituyen parte de la fenomenología geográfica. En esta perspectiva no hay lugar para un dualismo del paisaje.

La aplicación del método morfológico
Forma de inducción. La organización sistemática del contenido del paisaje procede a partir de la represión de las teorías a priori concernientes al mismo. La acumulación y el ordenamiento de los fenómenos en tanto que formas que son integradas en estructuras y el estudio comparativo de la información así organizada constituyen el método morfológico de síntesis, un método empírico especial. La morfología reposa sobre los siguientes postulados: 1) que existe una unidad de calidad orgánica o cuasi orgánica, esto es, una estructura para la que ciertos componentes son necesarios, siendo estos componentes elementos a los que se llama ‘formas’ en este documento; que la similitud de forma en diferentes estructuras es reconocida debido a su equivalencia funcional, llamándose en este caso a las formas ‘homólogas’; y 3) que las unidades estructurales pueden ser ubicadas en series, especialmente en secuencias de desarrollo que van desde lo incipiente hasta la etapa final o completa. El estudio morfológico no postula necesariamente un organismo en el sentido biológico como, por ejemplo, en la sociología de Herbert Spencer, sino tan solo conceptos de unidad organizados que se relacionan entre sí. Sin comprometerse en ningún sentido con una ley general biogenética, la analogía orgánica ha demostrado ser muy útil en todos los campos de la indagación social. Es una herramienta de trabajo, cuya verdad puede verse sujeta a cuestión, pero que sin embargo conduce a conclusiones de creciente validez.19
El término ‘morfología’ se originó con Goethe y expresa su contribución a la ciencia moderna. Puede ser bueno recordar que él se dedicó a los estudios biológicos y geológicos porque estaba interesado en la naturaleza y los límites de la cognición. Creyendo que había cosas “accesibles e inaccesibles” al conocimiento humano, concluyó: “No es necesario buscar algo más allá de los fenómenos; ellos son en sí mismos el saber (Lehre)”. Así dio origen a sus estudios de forma, y en especial a aquellos de homología de las formas. Su método de investigación científica se basó en una posición filosófica definida.Si a partir de lo anterior el método morfológico parece excesivamente simple al estudiante deseoso de llegar a grandes conclusiones, podría señalarse que se basa en una restricción deliberada en la afirmación del conocimiento. Es un sistema puramente evidencial, sin prejuicios con respecto al significado de su evidencia, y presupone una mínima hipótesis, esto es, apenas la realidad de la organización estructural. Siendo objetivo y libre de valores, o casi, es capaz de llegar a resultados de creciente significado.
Aplicación a los estudios sociales. El método morfológico no se limita a la introducción a las ciencias biológicas, sino que aumenta continuamente en importancia para los campos de lo social. En biología, es el estudio de las formas biológicas y su estructura, o la arquitectura de los organismos. En el campo de lo social, la síntesis continua de fenómenos mediante el método morfológico ha sido empleada con el mayor éxito quizás en la antropología. Esta ciencia puede exhibir un conjunto de distinguidos trabajadores que han tenido la paciencia y la habilidad para abordar fenomenológicamente el estudio de las instituciones sociales, mediante la clasificación de formas, desde los materiales concretos del vestuario, la vivienda y las herramientas, hasta el lenguaje y las costumbres de un grupo, identificando así paso a paso la estructura compleja de las culturas. La brillante y muy controversial tesis reciente de Spengler sobre la historia está muy distante de las aplicaciones más pretenciosas del método al campo de lo humano. Dejando a un lado sus elementos de intuicionalismo, se trata en efecto de morfología comparativa aplicada a la historia, tal como lo indica el título del segundo volumen. Spengler caracteriza las formas que, a su parecer, componen las grandes estructuras históricas, las somete a comparación en diferentes períodos como homologías, y traza los estadios de desarrollo. Por mucho que el autor pueda haber excedido su conocimiento y el nuestro en su atrevida síntesis, ha mostrado las posibilidades de una morfología de la historia, o del estudio de la historia sobre una base científica distinta a la fórmula causal del racionalismo histórico.20

Um comentário:

Anônimo disse...

Graduo Bacharelado e Licenciatura em Geografia. Parabéns ao artigo sou fã de Carl O. Sauer vou me dedicar área da Geografia Cultural e Religião futuramente.

Caso alguém se interesse pela Geografia Cultural: NEPEC EDUERJ
Há livros Organizados: Pela Dra e Geógrafa Zeny Rosendahl e o Geógrafo Roberto Lobato Corrêa. Coleção Geografia do 1 ao 20.

Vale apena dar uma conferida.
Abrc.