2 de jun. de 2010

Carl O. Sauer - A morfologia da paisagem (parte 3)

Terminología descriptiva. El problema de la descripción geográfica difiere del de la taxonomía principalmente en lo que hace a la disponibilidad de términos. Los hechos de área han estado sujetos a observación popular durante tanto tiempo que en su mayor parte una nueva terminología no es necesaria. Salisbury sostiene que las formas del paisaje suelen haber recibido nombres populares adecuados, y que la codificación puede proceder a partir del habla popular sin acuñar términos nuevos. Procediendo en gran medida de esta manera, estamos construyendo una lista de términos relativos a las formas, que están siendo enriquecidos desde muchas áreas y muchos lenguajes. Muchos más esperan aún ser introducidos en la literatura geográfica. Estos términos se aplican tanto al suelo, el drenaje y las formas climáticas como a la superficie de la tierra. El uso popular ha dado nombre a muchas asociaciones vegetales y ha preparado para nosotros una riqueza de términos relacionados con las formas culturales que aún está por explorar en su mayor parte. La terminología popular es una garantía ampliamente confiable del significado de la forma, tal como está implicado en su adopción. Tales términos pueden aplicarse a elementos constitutivos de una única forma, como un claro del bosque, una laguna entre montañas, o el loess. O pueden ser formas de asociación de diversa complejidad, como páramo, estepa, piedmont. O también pueden ser nombres propios que designan paisajes unitarios, como por ejemplo los nombres regionales en uso en la mayor parte de Francia. Tal nomenclatura popular es rica en sentido genético, pero desde la certeza de un juicio corológico no procede a partir de la causa, sino de un agregado genético, esto es, a partir de similitudes y contrastes.

Si la descripción sistemática es un desideratum para la geografía, aún estamos en la necesidad de ampliar mucho nuestro vocabulario descriptivo. La pobreza de nuestros términos descriptivos es sorprendente, por comparación otras ciencias. Las causas que han contribuido a esto pueden ser la tradición ideográfica de descripción sin referencia a relaciones, y la predilección del pasado por estudios de procesos que minimizaron la verdadera multiplicidad de las formas.

El sistema descriptivo predeterminado. La reducción de la descripción a un sistema ha enfrentado gran oposición entre los geógrafos, y no del todo sin causa. Una vez que esto ocurre, el geógrafo es responsable, dentro de aquellos límites, por cualquier estudio areal que emprenda; de otro modo, está en libertad de vagar, escoger y dejar. No nos ocupa aquí la geografía como un arte. En tanto que una ciencia, ella debe aceptar todos los medios viables para regimentar sus datos. Por excelente que sea la selección individualista, impresionista de fenómenos, se trata de un desideratum artístico, no científico. Los estudios de geomorfología, en particular los de la escuela de Davis, representan tal vez el intento más determinado de oponerse a la libertad sin control de selección en la observación mediante una estricta limitación de las observaciones y del método. Observaciones diferentes pueden ser comparadas en lo que hace a sus descubrimientos únicamente en la medida en que exista un acuerdo razonable respecto a las clases de datos con las que operan. El intento de una amplia síntesis de estudios regionales utilizando nuestra literatura actual enfrenta inmediatamente dificultades, porque los materiales no encajan entre sí. Descubrimiento acerca de un tema tan importante como la capacidad humana para la destrucción de paisajes naturales resultan muy difíciles de hacer, porque no hay puntos de referencia adecuados. Algunos observadores perciben la erosión del suelo de manera sistemática, otros de manera causal, y otros más no le prestan ninguna atención. Si la geografía ha de ser sistemática, tendrá que haber un creciente acuerdo con respecto a los temas de observación. En particular, esto debería significar un esquema descriptivo general a ser seguido en la recolección de notas de campo.25
Un esquema descriptivo general, ideado para catalogar con amplitud hechos areales, sin proceder en este punto a partir de orígenes y conexiones hipotéticos, ha sido propuesto recientemente por Passarge bajo el nombre de “Beschcreibende Landschaftskunde”.26 Se trata del primer tratamiento integral del tema desde el Führer für Forschungsreisende, de v. Richthofen, escrito inmediatamente antes del período más floreciente de la geomorfología (1886). Si bien el trabajo de Passarge está labrado con rudeza y quizás resulta excesivamente esquemático, es hasta ahora la reflexión más adecuada que ha recibido todo el tema de la observación geográfica. Su propósito expreso es “en primer término determinar los hechos e intentar una correcta presentación de los hechos de área significantes, visibles, sin ningún intento de explicación y especulación”.27 El plan aporta “a la observación sistemática de los fenómenos que integran el paisaje. El método se parece mucho a la chrie, un artefacto para la recolección de material para la redacción de temas. Ayuda a ver tanto como resulta posible y tiene la ventaja adicional de que las observaciones son ordenadas. Si los primeros geógrafos hubieran estado familiarizados con un método de observación sistemática del paisaje, hubiera sido imposible que el color rojo característico de los suelos residuales tropicales hubiera escapado a la atención hasta que v. Richthofen descubrió ese hecho”.28

Passarge opera con un elaborado cuadro de notas que cubren todas las categorías de forma del paisaje, empezando con los efectos atmosféricos y concluyendo con las formas de habitación. Desde éstas, procede a una clasificación descriptiva de asociaciones de forma en términos areales más amplios. Para la ulterior elaboración de un plan, el lector es referido al volumen en cuestión, como fuente digna de cuidadosa consideración.

El autor ha aplicado sus sistema por doquier a las descripciones “puras” de áreas, por oposición a las “explicativas”, como por ejemplo en su caracterización del Valle del Okavango, en la estepa salina del Norte del Kalahari.29 Probablemente terminará por admitirse que tuvo éxito en proporcionar al lector una imagen adecuada de la composición del área.

Uno podría notar que el procedimiento en apariencia puramente descriptivo de Passarge se basa en realidad en una gran experiencia en estudios areales, mediante la cual ha sido formado un juicio relativo a los elementos constitutivos significantes del paisaje. Esto se encuentran realmente determinados mediante el conocimiento morfológico, aunque la clasificación no sea genética, sino basada de manera apropiada en las formas ingenuamente genéricas. La amplia red de barrido que Passarge ha diseñado, aunque desdeña todo intento de explicación, es en realidad un artefacto elaborado por manos expertas para capturar todo lo que pueda desearse en una morfología areal, y para diferir la explicación hasta que todo el material sea seleccionado.

Formas del paisaje y sus estructuras

La división entre paisajes naturales y culturales. Únicamente podemos formarnos una idea del paisaje en términos de sus relaciones en el tiempo y en el espacio. Se encuentra en un continuo proceso de desarrollo, o de disolución y reemplazo. Es en este sentido que una verdadera apreciación de valores históricos ha llevado a los geomorfólogos a vincular el paisaje físico del presente con sus orígenes geológicos, y a derivarlo desde allí paso a paso. En sentido corológico, sin embargo, las modificaciones del área debidas al hombre, y su apropiación para sus usos, tiene una importancia dominante. El área anterior a la introducción de la actividad humana está representada por un cuerpo de hechos morfológicos. Las formas que ha introducido el hombre constituyen otro conjunto. Podemos llamar al primero, por referencia al hombre, el paisaje natural. No existe ya de manera integral en muchas partes del mundo, pero su reconstrucción y comprensión constituyen la primera parte de la morfología formal. ¿Será una generalización excesiva decir que la geografía se disocia de la geología en el momento de la introducción del hombre en la escena areal? En esta perspectiva, los eventos anteriores pertenecen sobre todo al campo de la geología, y su tratamiento histórico en la geografía constituye apenas un artefacto descriptivo empleado donde sea necesario para aclarar la relación de las formas físicas que son significativas en el hábitat.

Los trabajos del hombre se expresan en el paisaje cultural. Puede haber una sucesión de estos paisajes correspondiente a una sucesión de culturas. En cada caso, se derivan del paisaje natural, en cuanto el hombre su lugar en la naturaleza como un agente distintivo de modificación. De especial significado es aquel clímax de la cultura que llamamos civilización. En ese momento, el paisaje cultural se ve sujeto a cambios tanto por el desarrollo de una cultura como por un reemplazo de culturas. La línea de datación a partir de la cual se mide cada cambio es la condición natural del paisaje. La división de formas en naturales y culturales es la base necesaria para determinar la importancia areal y el carácter de la actividad del hombre. En un sentido universal, aunque no necesariamente cosmológico, la geografía se convierte entonces en parte del más reciente capítulo de la historia de la tierra, el humano, que se ocupa de la diferenciación de la escena areal por la acción del hombre.

El paisaje natural: base geognóstica. En las secciones subsecuentes del paisaje natural está implícita una distinción entre la indagación histórica acerca del origen de sus características y su organización estrictamente morfológica en un grupo de formas, fundamental para la expresión cultural del área. En principio, nos interesamos únicamente en este último, en principio, y en el primero únicamente en cuanto apoyo en la descripción.

Las formas del paisaje natural incluyen en primer término todos los materiales de la corteza terrestre que determinado las formas de la superficie en alguna medida importante. El geógrafo toma del geólogo el conocimiento de las diferencias sustanciales de la litósfera exterior en lo que hace a su composición, estructura y masa. Siendo la geología el estudio de la historia de estos materiales, ha diseñado su clasificación sobre la base de formaciones sucesivas, agrupadas en períodos. El geógrafo no tiene interés en las formaciones como tales. Se interesa, sin embargo, en esa fase más primitiva de la geología llamada geognosis, que se ocupa del tipo y la posición del material, pero no de la sucesión histórica. El nombre de una formación geológica puede carecer de sentido geográfico, si amontona bajo un solo nombre diferencias litológicas, diferencias estructurales y diferencias en masas. La condición geognóstica proporciona una base para la conversión de los datos de la geología en valores geográficos. El geógrafo se interesa en saber si la base de un paisaje es arenisca o caliza, si las rocas son masivas o están intercaladas, si están fracturadas por junturas o están afectadas por otras condiciones estructurales que se expresan en la superficie. Estos asuntos pueden ser significativos para la comprensión de la topografía, el suelo, el drenaje y la distribución de minerales.

La aplicación de información geognóstica a los estudios geográficos es común en cierto sentido, pues los estudios geográficos difícilmente serían posibles sin prestar algún tipo de consideración a los materiales subyacentes. Aun así, para encontrar el análisis más adecuado de la expresión de los materiales subyacentes en la superficie, probablemente sea necesario regresar al trabajo de los viejos geólogos norteamericanos y británicos. Como Powell, Dutton, Gilbert, Shaler y Archibald Geikie. En conjunto, por supuesto, la literatura geológica que hace referencia a esos temas es enorme, aunque se compone de textos más bien incidentales e informales, pues el paisaje no se encuentra en el centro del campo de interés del geólogo. El análisis formal de características geognósticas relevantes y su síntesis en generalizaciones areales no ha recibido mucha atención. La información adecuadamente comparable sigue siendo insuficiente desde el punto de vista de la geografía. En su forma más breve, Sapper ha intentado en fecha reciente una consideración general de la relación entre las formas geológicas con los paisajes de variados climas, de una manera que arroja luz sobre todo el tema de la geografía regional.30

Siendo como es un metodólogo riguroso, Passarge no ha pasado por alto el significado geográfico del carácter y condición de las rocas, y ha aplicado las siguientes observaciones (adaptadas de algún modo) al estudio areal31 :

Resistencia física

- Formaciones suaves, fácilmente erosionables

- Rocas de resistencia intermedia

- Muy fragmentadas (zerklüfttet)

- Moderadamente fragmentadas

- Poco fragmentada

- Rocas de alta resistencia

- Igual que lo anterior

Resistencia química y solubilidad

- Fácilmente soluble

- Muy permeable

- Moderadamente permeable

- Relativamente impermeable

- Moderadamente sujeta a solución y a la alteración química como las anteriores

- Resistente

En un estudio posterior, agregó las rocas notablemente sujetas a desplazamiento (fluktionsfähig).32 En este país nunca ha sido intentada una interpretación de las condiciones geológicas en términos de la equivalencia de resistencia. Es probable que sólo llegue a ser posible dentro de los límites de una condición climática general muy similar. Disponemos de numerosas clasificaciones de las llamadas regiones fisiogeográficas, pobremente definidas en lo que hace a sus criterios, pero no realmente de una verdadera clasificación gnóstica de área que, en conjunto con la representación del relieve y las áreas climáticas, es capaz también de proporcionar por sí sola el mapa base de toda la geografía morfológica.

Um comentário:

Anônimo disse...

Eu não costumo postar em blogs, mas seu blog me obrigaram a, incrível trabalho .. lindo ...